Jueves, 13 de noviembre de 2025

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Irak acude a las urnas entre escepticismo profundo

Irak se prepara para unas elecciones parlamentarias marcadas por un profundo escepticismo popular ante la posibilidad de un cambio real, con gran parte de la población considerando...
Irak acude a las urnas entre escepticismo profundo
Irak se prepara para unas elecciones parlamentarias marcadas por un profundo escepticismo popular ante la posibilidad de un cambio real, con gran parte de la población considerando que las promesas de campaña son gestos vacíos de una élite política enquistada. Tras años de corrupción, desempleo y servicios públicos deficientes, muchos iraquíes sostienen que el panorama político sigue dominado por bloques sectarios chiíes, suníes y kurdos más interesados en disputas de poder que en la gobernanza, a pesar de la riqueza petrolera del país. La Alta Comisión Electoral Independiente aprobó 7.768 candidatos —2.248 de ellos mujeres— para competir por 329 escaños, y la campaña oficial ya está en marcha. Sin embargo, para la mayoría, la contienda parece predeterminada, un mecanismo destinado a preservar la influencia de los partidos establecidos y sus redes clientelares. Observadores señalan que varias facciones chiíes dominantes, incluidas algunas respaldadas por Irán, competirán por el control político, mientras que el boicot del influyente Movimiento Sadrista ha puesto en duda la legitimidad del proceso. La seguridad agrava el ambiente tenso: el asesinato del candidato parlamentario Safaa al-Mashhadani en un atentado con bomba durante la campaña evidenció los riesgos que enfrentan candidatos y votantes. Otros aspirantes han denunciado amenazas que han obligado a reforzar la protección y realizar detenciones. Analistas advierten que grupos armados y milicias vinculadas a Irán siguen influyendo en instituciones, contratos y fondos públicos, generando condiciones en las que la coerción y la violencia pueden moldear los resultados electorales. Aunque los mensajes de campaña giran en torno a la reforma y la mejora de los servicios, la población permanece incrédula. Los ciudadanos sostienen que los sistemas de clientelismo continúan desviando beneficios hacia simpatizantes, lo que alimenta la percepción de que ninguna reconfiguración parlamentaria traerá empleos, mejores servicios o menos corrupción. Los expertos subrayan que, aunque persiste la ira popular y las demandas de cambio, transformar esa energía en reformas institucionales sigue siendo difícil bajo las estructuras actuales de poder. Entre los temas clave figuran la orientación de la política exterior entre Washington y Teherán, la reforma del sector de seguridad —en especial el estatus legal de las Fuerzas de Movilización Popular— y las demandas económicas y de gobernanza pendientes. A medida que se acerca el cierre de la campaña, observadores locales e internacionales consideran estos comicios una prueba decisiva: si Irak puede romper los ciclos de dominio de las élites y lograr una gobernanza responsable, o si las elecciones volverán a reproducir jerarquías que alimentan el desencanto público.