Protestas en Serbia exigen reformas y justicia

https://www.youtube.com/watch?v=-6Ueb07RP1M Miles de estudiantes y simpatizantes se reunieron en Novi Sad en una gran manifestación en vísperas del primer aniversario del derrumbe del techo de la estación ferroviaria que dejó 15 muertos, en una muestra de solidaridad que se ha convertido en un movimiento nacional por el cambio político. La marcha incluyó agricultores en tractores, motociclistas y ciclistas, con multitudes ondeando banderas serbias y encendiendo bengalas mientras avanzaban en caravana por la ciudad. Los organizadores afirmaron que el movimiento estudiantil ha reavivado la participación cívica en toda Serbia, devolviendo esperanza a una población cansada de la falta de respuestas políticas. El movimiento surgió tras el colapso del andén de Novi Sad en noviembre de 2024, que los críticos atribuyen a corrupción y a obras de renovación defectuosas. Estudiantes y profesores universitarios iniciaron las primeras movilizaciones en los campus antes de extender las marchas por toda la ciudad, exigiendo rendición de cuentas, transparencia y reformas estructurales. Con el tiempo, la protesta se amplió hasta incluir maestros, taxistas, comunidades rurales y otros sectores marginados; los taxistas incluso ofrecieron viajes gratuitos para traer estudiantes desde otras provincias. Los manifestantes, que marcharon hacia Novi Sad desde varias ciudades, piden elecciones anticipadas para destituir al presidente Aleksandar Vučić y al gobernante Partido Progresista Serbio, en el poder desde hace más de una década. Portaban pancartas con lemas como “Merecemos algo mejor” y corearon consignas por una sociedad que valore el conocimiento y el trabajo por encima de la obediencia y el silencio. Muchos describieron las protestas como un despertar cívico, destacando el papel de los estudiantes en reavivar la fe en la posibilidad de un cambio real y en una ciudadanía activa. Una conmemoración frente a la estación incluirá 16 minutos de silencio y discursos estudiantiles, en memoria de las víctimas y como recordatorio de las demandas del movimiento. Aunque las protestas han sacudido visiblemente al gobierno y cambiado el tono del debate público, los analistas advierten que convertir la presión callejera en reformas institucionales será un reto. Los manifestantes insisten en que su meta va más allá de reemplazar líderes: buscan reconstruir las instituciones y garantizar responsabilidades duraderas. Por ahora, el movimiento refleja una transición del desánimo a la acción ciudadana, con una determinación creciente de mantener viva la exigencia de cambio sistémico.